¿Cómo estamos?

En Perú, a la fecha ya llevamos 133 días desde que se anunció el estado de emergencia por la pandemia del nuevo coronavirus. Han sido meses de altibajos y me pareció una buena idea hacer un balance de cómo van las cosas hasta ahora.

Cómo nos agarró

Admito que, al principio, yo pertenecía al grupo de personas que dudaba del impacto y de la gravedad del virus. Si bien no tenía conductas de riesgo, pensaba que el impacto iba a ser como el que hubo con la gripe H1N1. Grande fue mi sorpresa cuando el 16 de marzo del 2020 Martín Vizcarra, presidente del Perú, declaró el estado de emergencia nacional. Sorprendido, comencé el aislamiento social envuelto de una gran incertidumbre.

Cómo la pasamos

En condiciones normales, no suelo pasar mucho tiempo en casa. Debido al aislamiento, gran parte de mi vida se centró en mi escritorio. Al ser solo dos en casa, mi padre y yo tuvimos que dividirnos las tareas domésticas. Mi gusto por llevar un estilo de vida balanceado y práctico hizo que nuestra dieta mejore. Fuimos capaces de organizamos para continuar con nuestras vidas en tiempos de crisis.

La docencia universitaria

Por lo general, mucho de mi tiempo lo dedico a la docencia universitaria. En esta situación inesperada, la urgencia de adaptar tres cursos universitarios a un formato en línea en unas pocas semanas tomó mucho de mi tiempo y de mi energía. Afortunadamente, entre colegas nos dimos la mano para que esa rápida adaptación no afectara a las estudiantes. Incluso, gracias a la tecnología, algunos de los docentes pudimos asistir a intercambios virtuales de experiencias en docencia en traducción e interpretación con colegas europeas.

Traté de ver los problemas como retos y me concentré en preparar clases en línea donde las estudiantes alcancen el logro. La flexibilidad, la transparencia y la empatía fueron factores muy importantes en esta etapa, ya que los estudiantes, al igual que sus docentes, también se enfrentaban a una situación completamente nueva y llena de factores que no podían controlar.

Al final del semestre, muchas de las estudiantes felicitaron a sus docentes pory por la adaptación de los contenidos y las actividades a este nuevo formato. Un verdadero docente hace las cosas sin esperar nada a cambio, pero no niego que recibir un reconocimiento siempre nos indica que estamos por el camino correcto. 

La traducción y la interpretación

Muchas cosas cambiaron desde que declararon el estado de emergencia. Todos los eventos de interpretación que tenía en agenda se redujeron a cero y las cotizaciones para traducciones que envíe regresaban con un «por el momento no realizaremos la traducción».

Al ser también traductor e intérprete independiente, uno tiene que ser proactivo y darse el tiempo de buscar encargos o posibles clientes. Desafortunadamente/Para mi mala suerte/Por desgracia, el tiempo era lo que menos tenía, ya que las clases y su adaptación al formato en línea ocuparon todo mi tiempo.

Las oportunidades

La pandemia me hizo ver que muchas oportunidades se encontraban a un correo electrónico de distancia. La coyuntura hizo que especialistas realicen talleres de capacitación para profesionales independientes, muchas veces de manera gratuita. Es así como, a pesar de la crisis, me he podido mantener capacitado. Toda crisis es una oportunidad.

Cómo será el futuro

Aún más en esta situación, el futuro es incierto en todos los frentes. Por suerte, ser intérprete, docente y traductor profesional me ha permitido adaptarme al trabajo remoto sin mayores contratiempos. Además, pienso que la flexibilidad y la prudencia que se han tenido que poner a prueba en estos tiempos son habilidades que siempre serán necesarias.

Por lo pronto, tengo un importante proyecto educativo entre manos que me mantendrá muy ocupado durante los siguientes meses.

Y ustedes, ¿cómo van?